Opiniones

No existen perros agresivos ni razas agresivas. La agresividad, así como el miedo, va ligada a factores ambientales y genéticos. Uno sin el otro no funcionan.
Por otro lado, sobre los tipos de agresividad es cierto que hay agresividad por causas orgánicas (dolores, problemas de tiroides -> muy comunes pero pocos los tratan). Pero también es cierto que la agresividad sin causa orgánica puede ser de muchos tipos: Agresividad competitiva (dos compiten por un recurso, sea comida, el dueño, su cama…), por miedo, territorial (un intruso entra en el territorio, en esto hay muchas razas pequeñas que sufren esta agresividad), depredadora (instinto de caza), maternal (hembras en celo o con crías), redirigida (no puedo morder al perro que me está acosando, así que muerdo al que tengo más cerca), aprendida (aprende a morder como solución para que le dejen tranquilo), protección de recursos (la comida es mía y no se acerca ni mi dueño), protección al propietario (sí, sucede el defender al propietario si creen que alguien ajenos les hace daño),en el juego, intrasexual (mismo sexo), cambios de jerarquía en casa…
Hay muchos motivos y es casi imposible decidir cuál es la causa a no ser que, previa visita al veterinario y con sus análisis en mano, un educador haga un estudio del caso a fondo y poco a poco localice el foco del problema.
Cuando hablamos de agresividad hay que ir con mucho cuidado. La mayoría de tipos de agresividad tienen arreglo con una buena terapia conjunta de veterinario y educador/a.
Además la gente suele entrar en pánico al oír “agresividad”, es como si oyesen “perro malo”, “perro asesino”, etc. Creo que sería bueno acostumbrarnos a hablar de agresividad como algo que puede cambiar en muchos casos, que muchas veces la confundimos con miedos y otras cosas, y que un perro no es “agresivo”, sino que puede tener un comportamiento agresivo en “un aspecto concreto”.
Aunque a muchos les escandalizará, cuando un perro me ha mordido porque se ha frustrado al no poder lanzarse sobre su “archienemigo”, lo que nunca ha fallado es quedarme quieta, no mirarle a la cara, no tirar de dónde me ha mordido sino dejar que sea él quien abra la boca a voluntad, e ignorar eso. Sí. Sin castigos ni gritos ni dramas. El perro no ha visto ninguna reacción por mi parte, por lo tanto: Morderme a mí no sirve de nada. Y funciona. Pero esto sólo debe hacerse cuando se ha trabajado a fondo con el perro y sabes mantener la sangre fría para aceptar que los accidentes pueden pasar. Por cierto: Los pocos perros que me han mordido, se han recuperado y, aunque sus dueños vigilan que no se encuentren en situaciones de estrés, siguen con su vida perruna sin causar

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